«El escritor aprende a relativizar los propios dramas, porque de alguna manera aprende a llegar a los momentos culminantes…, y a sobrepasarlos, aunque solo sea con el punto final.
Él después existe, y es tan natural y normal como la vida misma…»
Queridos lectores, hoy vamos a hablar de «Vientos Etesios», escrito por Antonio Ojeda Avilés y publicado por el Grupo Editorial Europa
Antonio Ojeda Avilés (Sevilla, 1944) es Catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Sevilla y Presidente del Instituto Europeo de Relaciones Industriales y de la Asociación Española de Seguridad Social.
En su vida ha viajado por todo el mundo.
«Vientos Etesios» es una emocionante novela histórica sobre los andalusíes que conquistaron Creta entre los siglos IX y X.
«Vientos Etesios» escrito por Antonio Ojeda Avilés y publicado por el Grupo Editorial Europa nos ha parecido tan atractivo e interesante que hemos decidido conversar con el autor…
¡Aquí tenéis la entrevista!
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
La novela “Vientos etesios” narra una odisea muy peculiar cuyo éxito durante más de un siglo en el corazón del Imperio Bizantino transforma lo que inicialmente fue el brutal destierro de un barrio rebelde de Córdoba formado por comerciantes, artesanos y estudiantes, por su rebelión contra los impuestos, en una aventura brillante que durante un siglo condicionó la historia de tres imperios.
Resulta difícil de explicar cómo un grupo tan civil, cuyo brazo armado los estudios modernos no consideran superior a 2.000 hombres, se reconvierte en su gesta en un aguerrido ejército que derrota al califa de Bagdad y gobierna Alejandría durante un tiempo, y luego pasa a conquistar y gobernar Creta, valioso punto estratégico que cierra el Egeo, durante más de un siglo.
Es todavía una incógnita que ni siquiera la presencia de un misterioso líder probablemente versado en el arte de la guerra puede explicar. Como contraste, la vida del protagonista, Lisan, discurre entre acontecimientos de todo tipo donde ocupan un lugar prevalente los sentimientos y decepciones que forjarán su madurez.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
Casi nadie conoce semejante epopeya de unos cuantos civiles en tierras tan lejanas, a pesar de que duró cien años.
Conocí el asunto en una estancia de trabajo en Creta, cuando traté de conocer la historia de la isla y supe que unos árabes expulsados de España “habían sometido la isla a una cruel opresión durante largo tiempo, cometiendo todo tipo de tropelías y dedicándose a la piratería desde su privilegiada posición cerrando el mar Egeo”.
Lleno de interés, seguí investigando y supe que aquella era la versión de los cronistas bizantinos, y no la de los cronistas árabes, y que paulatinamente los historiadores del XIX y XX han ido demostrando que la isla fue rica y culta durante el dominio andalusí, aunque tuviera en jaque a la armada y al comercio bizantino gracias a un decidido apoyo al corso que operaba desde ella. E igual que hoy día no se nos ocurre calificar a Inglaterra como una isla pirata porque en ella tuvieran sus bases una multitud de famosos corsarios que sometieron a extorsión a los dominios españoles durante tres siglos, me pareció el momento de unir la gesta de aquellos desterrados en Córdoba con el nacimiento de una aventura singular al otro extremo del Mediterráneo.
¿Qué planes tiene para el futuro?
Tengo muy avanzada otra novela histórica sobre la conquista, realizada en buena parte por civiles -si bien con fuerte apoyo del poder político-, de la enorme extensión de un continente en el increíble lapso de una generación.
La conquista de Siberia comienza en 1580, de la mano de la familia Stroganov, y termina en 1639, es decir, 59 años después, cuando los rusos llegan a orillas del Pacífico.
Había varios elementos que facilitaron su avance: por una parte, los tártaros habían construido siglos antes un sendero en el límite entre la estepa y la taiga por donde sus correos a caballo comunicaban todo el imperio asiático, y ahora los rusos lo aprovecharon también.
Por otra, había un tesoro escondido en la taiga, un aliciente increíble en la multitud de pequeños animales que poblaban aquellas extensiones, cuyas pieles se vendían en los mercados occidentales a precios de oro, como en especial las martas cibellinas, el zorro plateado, el armillo, o la ardilla.
El protagonista de la novela es un niño que llega a Rusia de la mano de su padre a tiempo para incorporarse a la primera expedición hacia el este, financiada por los Stroganov, la del pirata Yermak, después consagrado beato por su gesta, y que permanecerá en Siberia con las expediciones ulteriores hasta llegar al Pacífico, aun cuando él vaya con el corazón puesto en otra meta mucho más enigmática.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
De pequeño, e incluso ahora mismo, necesitaba mucho tiempo para la soledad, quizá para repensar situaciones, o simplemente para recuperar el frágil equilibrio, y en esos largos períodos de silencio y tranquilidad descubrí los libros, no necesariamente filosóficos, ni siquiera literarios.
Recuerdo con especial cariño aquellos libros de aventuras para niños, como las novelas de Julio Verne, Salgari o Karl May, llegando hasta Sir Walter Scott.
A través de ellos comencé a ver el mundo en mis manos, y la facilidad para entrar sin esfuerzo en aquel panorama deslumbrante me animó para seguir profundizando.
¿Qué le enseñó la escritura de este libro?
Crear vidas, siquiera virtuales, o rememorar acontecimientos históricos con mi propia visión, es un estadio donde se goza aún más de cuanto se tiene ante la vista que cuando penetramos en una realidad novelada de la mano de otro.
Creamos para nosotros mismo y para los demás, pero quizá en el momento de escribir destaca lo primero.
Se cuenta que un amigo de Balzac lo visitó un día cualquiera y lo encontró escribiendo una de sus obras, quizá “La comedia humana”, mientras lloraba desconsoladamente, y a preguntas del visitante le respondió compungido que acababa de “matar” a la condesa X.
He aprendido también cómo los personajes y las tramas se independizan del autor a medida que avanza la escritura, pues por ejemplo quien uno introduce como personaje secundario adquiere de pronto un inusitado protagonismo al avanzar en la obra, o determinadas situaciones pasan a ser claves cuando se pensaron rutinarias, y obligan a remover el texto completo.
Hay una enseñanza más personal en el hecho de escribir, que tiene que ver con las propias vivencias.
El escritor aprende a relativizar los propios dramas, porque de alguna manera aprende a llegar a los momentos culminantes…, y a sobrepasarlos, aunque solo sea con el punto final.
El después existe, y es tan natural y normal como la vida misma.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Antonio Ojeda Avilés por haber respondido a nuestras preguntas y le deseamos buena suerte con su libro «Vientos Etesios»
Cada libro que leemos es un tesoro que guardamos por siempre en nuestra memoria…
Hoy os saludo, y nos vemos próximamente con tantas novedades en puerta…
¡Hasta pronto!
Rachele