«Leer poesía no es solo un placer estético, a veces requiere de un notable esfuerzo, es un ejercicio intelectual que exige concentración y requiere de un momento de meditación sobre lo leído, un acto de introspección…»
Bienvenidos de nuevo, hoy queremos profundizar sobre Ibidem escrito por Juan Manuel Casado Buendía y publicado por el Grupo Editorial Europa
Ibidem es un poemario que vale la pena leer, porque cada poesía es una invitación a la reflexión, un homenaje a la introspección, a la vida y a la muerte…
Ibidem, escrito por Juan Manuel Casado Buendía y publicado por el Grupo Editorial Europa nos ha parecido tan tan profundo e interesante que hemos decidido conversar con el autor…
Ya estamos listos para leer nuestra entrevista!
¿Qué le gustaría decirles a sus lectores?
A mis lectores les diría que perseveren. Que no se rindan. Que leer poesía es mucho más importante de lo que parece.
Leer poesía no es solo un placer estético, a veces requiere de un notable esfuerzo, es un ejercicio intelectual que exige concentración y requiere de un momento de meditación sobre lo leído, un acto de introspección. No siempre es fácil pero merece la pena el esfuerzo, merece la pena educarnos en la poesía.
Porque una mente educada en la poesía es un alma educada en el amor a la belleza. Y no hay mucho más que podamos hacer para ser algo más que animales o máquinas.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
La publicación de este libro ha coincidido con infinitud de lanzamientos de libros, música, etc., en el periodo postpandemia en el que estamos. Mucha de la creación que ahora sale a la luz se incubó o creó en los meses de confinamiento de 2020.
El confinamiento fue duro para todos por el encierro y por los problemas gravísimos de salud (yo mismo estuve una semana en el hospital, tuve gente querida que el virus se llevó, etc.) pero lo más duro de ese periodo seguramente haya sido la soledad forzada a la que todos nos vimos arrojados.
En ese momento un porcentaje muy elevado de la gente que permaneció encerrada en su casa tuvo la ocasión de “encontrarse a sí mismo”, de descubrir o desarrollar aficiones o proyectos, etc. La gente se puso como loca a amasar y hacer pan en casa, a reordenar fotos antiguas, a escribir…
No fue mi caso. Yo, como muchos otros, estuve encerrado con dos niños pequeños y solo la gente en mi situación sabe lo difícil que fue eso. No tuvimos tiempo ni espacio para pensar.
El confinamiento ha demostrado algo que ya sospechaba: hoy en día no somos capaces de administrar la soledad, no sabemos bien qué hacer con nosotros mismos.
Pues bien, ninguno de los poemas de este libro fue producto de esa desesperación, aburrimiento o hastío de nosotros mismos. Este libro nació antes que el virus.
Cuando publiqué mi anterior poemario, Una voz propia, un recopilatorio/resumen de todo lo escrito a lo largo de mi vida, pensé que ya no tenía más que decir.
Creí sinceramente que no volvería a escribir más, sobre todo teniendo en cuenta que por trabajo y familia no tengo tiempo para absolutamente nada.
Sin embargo, uno tras otros, en días sueltos y sin avisar, todos estos poemas fueron surgiendo no sé muy bien de dónde. Al final, junté 50 al cumplir 50 años y pensé que publicarlos era la mejor manera de que siguieran su curso y me dejaran a mí seguir el mío.
¿Qué se siente al publicar un libro?
Lo principal que siento es la alegría de compartir, uno de los pocos y verdaderos placeres de la vida.
Pero hay otro sentimiento que también he de reconocer: pura vanidad. Es así de lamentable aunque posiblemente ningún autor lo reconozca.
Escribir es un acto íntimo, que se hace al margen del mundo que te rodea.
El escritor mira a su alrededor, busca inspiración, pero siempre escribe desde el interior, que al fin y al cabo es el único terreno que tenemos de verdad. Las flores de la poesía no pueden crecer en el aire, necesitan un suelo donde echar sus raíces.
El simple hecho de dar a conocer tu obra a terceros, aunque solo sea enseñándoles tu último poema, es ya un acto un tanto exhibicionista, es invadir la esfera íntima de los demás con tus propias intimidades.
Leer poesía causa un poco de vergüenza ajena porque asomarnos a los sentimientos de los demás es siempre un acto un tanto impúdico.
Por eso hacer pública tu obra es una mezcla de generosidad y vanidad. Es la virtud y el pecado a la vez. No puede haber nada más humano.
¿Por qué eligió ese título? ¿Qué poetas inspiraron su poesía?
Ibidem es un latinismo que se usa en los índices, notas o citas de un texto para referirse a una fuente citada anteriormente y así evitar tener que repetir todos los datos de esa fuente. Sería algo así como “igual que la referencia anterior” o, como dice la RAR, “allí mismo, en el mismo lugar”.
Con ello he querido significar que este libro es una continuación del anterior, Una voz propia, que ahonda en más de lo mismo: vuelvo a los temas de la existencia, del paso del tiempo, de la vida y la muerte, de la fuerza del instante…
Y procuro mantenerme fiel a mi estilo, no sé si porque creo firmemente en él o simplemente porque soy incapaz de hacer algo diferente.
Me gusta escribir de una forma llana, directa, intentando no caer en las figuras fáciles, en el abuso del sentimiento, en la obviedad de la sorpresa.
Intento mantener el equilibrio entre los dos despeñaderos por los que transita la poesía: por un lado, el exceso de color, que nos haría caer al abismo de la pintura, y por el otro, el exceso dogmático, que nos arroja al precipicio del ensayo.
Procuro trabajar el verso corto, intentando que cada poema tenga una estructura en métrica, en estrofas, en los acentos, que conserve algo de ritmo. Porque es esa musicalidad y poco más lo que distingue la poesía de la narrativa.
Y en cuanto a los poetas que me han inspirado: San Juan de la Cruz, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Machado… ¿Dónde parar la lista?
Por fortuna mi desmemoria general me impide hacer un recuento adecuado. Si pudiera recordarlos con nitidez, esa gigantesca sombra me impediría escribir, me sentiría incapaz de manchar una hoja en blanco con mis palabras cuando hay detrás de mí tantas y tan bellas. Lo veo un insulto, un pecado de soberbia.
Por suerte no soy plenamente consciente de toda esa grandeza, al menos no todo el tiempo, y eso me deja algo de espacio para creer que escribir yo merece la pena.
Quién sabe, quizás un poco tal vez.
¿Qué van a encontrar los lectores entre las páginas de su libro?
Con fortuna, dentro de un tiempo, espero que unos pasajes subrayados, una esquina doblada de una página para recordar un poema, una servilleta de bar marcando el final del texto ya leído, tal vez una flor seca olvidada.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Juan Manuel Casado Buendía por sus maravillosas palabras y le deseamos buena suerte con su libro Ibidem
Esto es todo por hoy, nos mantenemos en contacto y sintonizados…
¡Hasta pronto!
Rachele