«La soledad elegida es maravillosa. El problema está cuando la soledad es impuesta por las circunstancias de la vida o porque uno se encierra en sí mismo y se convierte en una anacoreta. Pienso que crear en soledad es una necesidad vital…»
Queridos lectores, hoy vamos a conocer a La piel enciende la memoria, escrito por Celín Cebrián y publicado por el Grupo Editorial Europa
La piel enciende la memoria es un relato maravilloso y profundo, un recorrido a través del tiempo y el lugar con el recuerdo de una mujer y los sentimientos que la rodean, pasión, miedo, soledad, deseo…
La piel enciende la memoria, publicado por el Grupo Editorial Europa, nos ha parecido tan atractivo e interesante que hemos decidido conversar con el autor Celín Cebrián para conocerlo mejor…
Aquí tenéis la entrevista…
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
Decirles que busquen en mis palabras la literatura y no una redacción para entretener, para pasar o matar el tiempo. Me gusta que el lector se implique y encuentre cosas que, incluso yo, el escritor, no he descubierto o no he sabido ver y he pasado por alto, donde a menudo hay mensajes muy importantes. Es decir, intento que el lector vaya más allá del relato, porque, en ese instante, la literatura entra dentro de nosotros y nos cambia. Al terminar, respiramos: el camino está hecho.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
Lo tenía en mi cabeza desde hace mucho tiempo, pero, al ser un libro un tanto personal, íntimo, me costaba tomar la decisión, quizás por el miedo a recordar momentos tan maravillosos como, algunos otros, de cierta dureza (el dolor hay que cocinarlo a fuego lento). Pasaba el tiempo y nunca había un día para sentarme y ponerme a escribir. Tenía la frase: el amor lo inventaron los erizos. O sea, tiene púas. Amar tiene su riesgo: puedes salir herido. Y sabía, de antemano, que sería un camino arduo. De hecho, esta obra la llegué a reescribir cuatro veces; no hallaba el aire que quería darle. Sabía que tenía que ser algo poético, sublime, pero sin caer en la cusilería. Escuché consejos de amigos, sugerencias… Y así hasta que un día, mirando fotografías, al pasar una de las hojas del álbum, me encontré con una imagen y dije: -“Ha llegado el momento. Todo aquello que viví, no se lo puede llevar el viento”.
¿En qué escritores se inspiró?
No me inspiré en ningún autor en concreto. Yo creo que todos los escritores que hemos leído a lo largo de nuestra existencia y que nos han gustado, dejan una huella en nosotros. Cuando nos hacemos escritores, en cierta manera, podríamos ser acusados de plagiar a nuestros maestros, porque allí, en esa narrativa, están las voces de los grandes, de esos autores que nos influenciaron. Somos deudores de un estilo anterior, de las formas que leímos en otros, pero, como sucede en toda réplica, la copia puede superar al original. Si tuviera que citar mis preferencias, en ellas estarían Borges, Roberto Bolaño, Manuel Vicent, Cela, Juan Goytisolo y, por supuesto, Francisco Umbral.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
Recuerdo que con 14 años, después de ganar un concurso de teatro leído, la directora me regaló David Copperfield de Charles Dickens y yo le desprecié el libro, alegando que “leer no servía para nada”, una frase tan absurda y llena de soberbia como aquel adolescente que yo era. La directora, sin inmutarse, me advirtió: “No pasa nada. Y no seré yo quien te lo haga ver. Serán los libros. Esta acción se volverá contra ti”. Tres años más tarde, tras la lectura del Principito, yo ya era un escritor en ciernes, que escribía todos los días y con cierta disciplina. Desde entonces, no he dejado de escribir. Y sé que no podría vivir sin los libros.
¿Qué representa la soledad para usted?
La soledad elegida es maravillosa. El problema está cuando la soledad es impuesta por las circunstancias de la vida o porque uno se encierra en sí mismo y se convierte en una anacoreta. Pienso que crear en soledad es una necesidad vital. Al escribir, hablamos de los demás, pero lo hacemos en soledad. Mis personajes ya están dentro de mí, igual que la idea, asimilados antes de comenzar, porque no se trata de improvisar, sino de armar un texto. Y me gusta esa idea de la soledad incomprensible, de apariencia…, que tiene doblez y multitud de sensaciones encontradas. Vives en un mundo acotado, pero, a la vez, amplio. Puedes estar en las alturas y descender en segundos al interior de la tierra. Pasar del obscurantismo a la gloria, o viceversa. Es el tipo de soledad que acepto. La otra…, es cuando no sabes qué hacer. Como diría Benjamín Barnés, el último de la generación del 27 -último por aquello del nombre-: “ Se vuelve a la jaula cuando no se sabe qué hacer con las alas”.
¿Por qué eligió ese título?
El título, como la portada…, la presentación de un libro son cosas muy importantes. Normalmente, no puedo ponerme a escribir si no tengo el título y una estructura, un plano o escaleta de los capítulos, del comienzo, las partes… Escribir tiene mucho de improvisar, pero también de volver sobre lo escrito, corregir, pero siempre siguiendo una estructura para que aquello no se nos caiga encima. Así que debo reconocer que, en este caso, tardé bastante en hallar un título que me gustara. Y si era un homenaje a lo femenino…, esa idea quedaría representarla por la piel…, la piel que hemos amado.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Celín Cebrián por haber respondido a nuestras preguntas y le deseamos buena suerte con La piel enciende la memoria
Esto es todo por hoy, ¡nos vemos la próxima!
Rachele