«La libertad es la posibilidad de ser una misma, sin tapujos, sin prejuicios, sin miedos. Es asumir la decisión de aceptarnos tal como somos y defender nuestra estancia acá en la tierra, como sujetos sentipensantes, con las diferencias y mismidades, como seres únicos, sin iguales…»
Queridos lectores, hoy vamos a hablar de No me pidas que me quede, escrito por Ofelia Restrepo Vélez y publicado por el Grupo Editorial Europa.
No me pidas que me quede es una historia autobiográfica muy interesante y cautivadora que nos cuenta de libertad, de valentía, de superación y de amor.
Interesante, ¿verdad?
Es por eso que en el Grupo Editorial Europa entrevistamos a Ofelia Restrepo Vélez para conocerla mejor y descubrir algo más sobre No me pidas que me quede.
A continuación ofrecemos la entrevista a la autora…
¿Qué le gustaría decirles a sus lectores?
Cuando un lector o lectora, se adentra en las páginas de una obra de un escritor o escritora nueva, como yo, abre las puertas hacia otros universos. Inicia una travesía que, muy seguramente, los lleva a otras dimensiones, realidades y a otros sentires. Es la posibilidad de descubrirse a través del texto, en vidas paralelas o diversos modos de existencia. Es arriesgarse a lo desconocido, es vivir y sentir a través del que escribe. Es aceptar el regalo literario que con humildad hace el neófito escritor. Por eso mi invitación es a que se atrevan hacer una inmersión, entre líneas, por mi mundo, por mi vida. Que naveguen por ella, que entren en mí.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
A mi hijo cundo estaba en proceso de crecimiento, le dolían sus piernas. Los cuentos que le leía para calmar su dolor le aburrían, entonces se me ocurrió contarle historias de mi vida, de mis ires y venires. Así, cuando el dolor le aparecía, me pedía “mamá, cuéntame una historia de tu vida real”. Mientras se las contaba se calmaba y quedaba dormido. Desde entonces descubrí que mis historias tenían un efecto de amor, sedación, sanación y encantamiento. Con él, con mis amigas y amigos, que se embelesan cuando escuchan mis relatos, descubrí mi habilidad de contadora de historias, que por tradición oral aprendí de mi abuelo paterno. Luego en España, durante mi época de conferencista, tuve halagos y felicitaciones. Eran comunicaciones académicas, pero transmitidas de forma coloquial y vivencial. En este escenario conocí a Rafa, mi actual compañero, mi hombre. Cuando él leyó mis escritos, me dijo “dedícate a escribir, que yo te mantengo”. No le acepté, pero a medida que nuestras vidas se entretejían y nos conocíamos más, me fui convenciendo que mi historia valía la pena que se escribiera. Su persistencia y motivación alimentaron el sueño y Chronos a través de su editorial lo hizo posible.
¿Qué representa la libertad para usted?
Es la posibilidad de ser una misma, sin tapujos, sin prejuicios, sin miedos. Es asumir la decisión de aceptarnos tal como somos y defender nuestra estancia acá en la tierra, como sujetos sentipensantes, con las diferencias y mismidades, como seres únicos, sin iguales. Es romper la crisálida social, que nos imponen, para poder desplegar las alas y elevar el vuelo por llanuras, montañas, campos y ciudades, descubriendo los riscos de la vida. Es fluir y poder volar como la mariposa Morpho, con levedad, armonía, magia y belleza, y poder así, cuando llegue nuestro fin, decir HE VIVIDO PLENAMENTE.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
Cuando niña, vivía en el campo, era la sexta entre catorce, las mayorcitas teníamos la función de ayudar a mi madre en el cuidado de mi padre, mis hermanos, mis hermanas menores y de la casa. A cada una nos asignaban tareas domésticas de obligado cumplimiento. Esto ocupaba gran parte del día. Al terminar las labores, me dedicaba a perseguir mariposas, hurgar en nidos de pájaros para ver el color de sus huevos y si tenían polluelos. Cuando aprendí a leer y escribir, lo hice en una escuela rural, ocupaba este tiempo a imaginar y soñar otras posibilidades de vida que no fueran en el campo, cocinando, limpiando, cuidando niños y marido. Pintaba paisajes, escribía poesías y cuentos en los que plasmaba mis sueños. Así sobrellevaba aquella vida que odiaba, pero que no podía cambiar por mi corta edad (ocho- nueve años). En el colegio era la escribana de mis compañeras, escribía misivas para sus enamorados. La epistolar es un género literario que me encanta. Cuando estoy triste por desamores, escribo cuentos o cartas de amor que nunca envío, esto me apacigua el alma. Además, en la familia, al parecer, tenemos vena literaria, otras de mis hermanas también escriben.
¿Por qué eligió ese título?
Yo tenía otras posibilidades de títulos, pero Samuel Pérez, el editor que me acompañó en el primer tramo de esta travesía literaria, después de leer mi manuscrito, me propuso este. Fue amor a primera vista, un descubrimiento, me encantó. Era el título con el que más me identificaba. “No me pidas que me quede” es el reflejo de mis itinerancias por la vida y los amores. Es la síntesis perfecta que evoca aventuras, experiencias, autonomía y libertad.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Ofelia Restrepo Vélez por habernos dedicado su tiempo y le deseamos buena suerte con No me pidas que me quede.
Eso es todo por hoy… nos vemos próximamente con tantas novedades en puerta…
Besos y abrazos
Rachele