Juan Ignacio Villarías es un escritor que vive en Santoña, Cantabria. Estudió en los Institutos de Santoña y Laredo, en la escuela Normal de Magisterio de Santander, en la Escuela de Ingenieros Técnicos de Santander, en la Universidad de Valladolid y en la Escuela de Idiomas de Santa Cruz de Tenerife. Hoy nos cuenta lo que hay detrás de su novela, Políticamente Incorrecto, publicada con el Grupo Editorial Europa en septiembre de 2019.
Sabemos que esta no es tu primera experiencia como escritor. ¿Cuándo y por qué precisamente empezaste a escribir?
Yo siempre quise ser novelista. Empecé a escribir hace muchos años, cuando el procedimiento era el bolígrafo y el papel, y así escribí mis primeras novelas, años después pasadas al disco duro como es de rigor.
¿Por qué? Vaya pregunta… ¿Le preguntan al pájaro por qué vuela? Escribo porque soy, o quiero ser, escritor. Está en mi naturaleza. ¿Qué pretendo? Ya sé que novelista rico y famoso no voy a ser, sino que de esto voy a sacar más gloria, siendo poca, que provecho, que no es nada.
¿Cómo han sido tus experiencias editoriales?
De lo más diverso. De diez novelas que llevo publicadas, sólo dos veces he repetido editorial. Al tratarse de editoriales de corto alcance, tampoco mis novelas han alcanzado gran difusión, eso ya se sabía de antemano. De esas editoriales, dos de ellas me habían dicho que me iban a liquidar los derechos de autor, cuando las dos, cada una por su parte, cerraron y suspendieron pagos. Tampoco perdí gran cosa.
El título de tu novela es “Políticamente Incorrecto”, ¿por qué lo eligiste?
Pues porque ahora se habla mucho de lo políticamente correcto, es una expresión muy usada, gastada incluso. Se habla también de la dictadura de lo políticamente correcto, de que no se permite, de una manera u otra, opinar en contra de la corriente de opinión establecida o considerada correcta por los que ejercen el poder. Y en estas condiciones no pueden faltar los que se consideran a sí mismos, a contrario sensu, políticamente incorrectos, entre los cuales figura el protagonista de la novela.
¿Hay un momento o un episodio en particular que te empujó a escribir esta historia?
No sabría decir. No se trata de un momento en particular, sino de la situación en general. Cuando tanto se insiste en seguir una línea determinada, no pueden faltar, no deben incluso, los que insisten en seguir otras líneas, es condición humana.
La novela nos lleva a reflexionar sobre el concepto de libertad en un contexto político. ¿Cuándo somos más libres, cuándo seguimos “las reglas” y aceptamos el pensamiento común, así que nos dejen en paz; o cuando expresamos nuestras dudas y por eso nos distancian?
He aquí el dilema. O sigues al rebaño, o te pierdes en el monte y te comen los lobos. ¿Qué hacer en tal situación? Cada uno sabrá lo que tiene que hacer. Siempre hay que tener en la vida un poco de flexibilidad, no se puede ser absolutamente rígido y radical. Pero tampoco hay por qué aborregarse y seguir a pie juntillas las consignas recibidas como si fuesen las únicas posibles. Como en la misma novela se dice, ¿quién es más libre, el pájaro enjaulado que no se tiene que preocupar por buscarse la vida, o el que vuela libre en la incertidumbre de no saber cómo se las va a arreglar para encontrar los medios de vida? Allá cada uno. En cuanto a mí, no sabría qué responder, ¿acaso una solución ecléctica?