«La inspiración, al igual que el crecimiento espiritual, hunden sus raíces en las dificultades. En la comodidad no habitan las musas y no se crece…»
Queridos lectores, hoy vamos a hablar de Luceros y flechas del Camino, escrito por Antonio Rodríguez Gallego y publicado por el Grupo Editorial Europa
Luceros y flechas del Camino es un ensayo genial que se desarrolla en el trascurso del Camino de Santiago
Cada etapa representa un nuevo punto de reflexión, una lección de vida, una renovada conciencia…
Interesante, ¿verdad?
Por lo tanto, en el Grupo Editorial Europa entrevistamos a Antonio Rodríguez Gallego para conocerlo mejor y descubrir algo más sobre Luceros y flechas del Camino
Ya estamos listos para leer nuestra entrevista…
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
He tardado algún tiempo en sedimentar todo lo que me aconteció en 2004; seguramente nunca habría llegado a hacerlo si no lo hubiese vivido. Once días marcaron profundamente mi existencia y señalaron un punto de inflexión en mi vida.
Años después, y con una mirada más sosegada, quiero compartir las enseñanzas que a modo de obsequios fui recibiendo, a veces sin reconocerlo en el momento que tuvieron lugar, durante los días y los kilómetros que anduve parte del Camino de Santiago francés.
He conseguido realizar un trabajo de síntesis proponiendo que al menos podemos extraer 66 lecciones de cada situación vivida que nos haya marcado profundamente.
Las defino como «flechas (→) del Camino». Cada etapa del Camino de Santiago que recorrí, y que recoge este compendio de vivencias, concluirá con varios luceros y algunas flechas que podrán ser punto de partida para un trabajo individual de reflexión por parte de quien así lo desee. Estos 66 luceros y el más de centenar largo de flechas podrán iluminarte y guiarte, tal y como lo hicieron conmigo.
Espero que mi historia te sirva de inspiración.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
Yo tenía 42 años y estaba en otro momento, transitaba otros caminos. En esos primeros años del siglo xxi perdí mi puesto de trabajo como directivo en una importante editorial y me separé de la que entonces era mi mujer en muy corto espacio de tiempo, lo que impactó de manera devastadora en mi realidad.
Ese mismo verano, atraído por vete tú a saber qué misterios del espíritu, le pedí a una de mis hermanas que, de camino a Galicia, donde se iba de veraneo con su familia, me dejase en algún lugar donde atravesara el Camino de Santiago: me dejó en Astorga (León) a 250 km de la tumba del Apóstol Santo. Luceros y flechas del Camino es fruto de la culminación de un proceso de catarsis que plasma por escrito mis vivencias. Tras el fallecimiento de mi padre en 2021 rescaté aquel manuscrito original y comencé a aderezarlo con lo que pensé que podría ser de utilidad para otros. Quería huir de un relato convencional e intentar que la obra tuviera algo que ver con mi propósito de vida.
¿En qué escritores se inspiró?
Sinceramente, y sin querer ser pretencioso, no me he inspirado en ningún autor. Aun así, debo reconocer que me hice algunas preguntas interesantes que provocaron darle una vuelta más a mi relato, y estas cuestiones sí proceden de otro autor referente y amigo, el firmante del prólogo de mi libro: Fernando Botella. En su libro titulado ¿Cómo entrenar la mente? Fernando provoca al lector con algunas preguntas poderosas; por ejemplo ¿qué tiene […] que no tenga […]? ¿Qué debo aportar yo para que el resultado final sea diferente, no sea una copia? A la hora de gestar mi libro me interrogué, al hilo de esta última pregunta de Fernando: «¿qué puedo aportar yo a otras vivencias previas, ya escritas por tantos otros peregrinos que hicieron el Camino antes?». Esto suscitó en mí que, aprovechando mi práctica como coach, extrajera de cada jornada varios luceros, aprendizajes y algunas flechas, preguntas sobre esas enseñanzas, que podrán ser punto de partida para un trabajo individual de reflexión por parte de quien así lo desee.
¿Cómo se emprende un verdadero camino espiritual?
Soy un firme convencido de que los grandes desarrollos individuales, las trasformaciones y los posibles crecimientos personales de cada cual llegan cuando llegan, y a veces sin darte cuenta o ser consciente de ello. Suele suceder ante situaciones inesperadas o abruptas, por ejemplo, fallecimientos de personas importantes, rupturas sentimentales, la pérdida de un trabajo, accidentes, enfermedades, etc. La inspiración, al igual que el crecimiento espiritual, hunden sus raíces en las dificultades. En la comodidad no habitan las musas y no se crece.
Me atrevería a sugerir que una de las vías sea algo que he denominado «Método AC 66».
El sistema se fundamenta en dos conceptos básicos:
– La actitud consciente.
– La acción consecuente.
Ambos agitados y mezclados firmemente: la actitud consciente hacia una acción consecuente.
Las actitudes son el comportamiento que emplea una persona frente a la vida.
La consciencia atañe a la capacidad para reconocer y percibir el entorno; es el acto psíquico por el cual una persona reconoce y toma conciencia de una situación.
Por otro lado, la acción se refiere a dejar de tener un rol pasivo y pasar a hacer algo o desarrollar una actividad. Si le añadimos además el término consecuente indicará que tendrá relación con algo anterior o que se deduce de ello, en nuestro caso, de esa actitud consciente previa.
¿Por qué eligió ese título?
En el latín es donde encontramos el origen etimológico de la palabra lucero, del sustantivo lux, que significa «luz» y del sufijo -ero, que se usa para indicar «permanencia» o «procedencia».
También de manera metafórica se llama lucero a aquello que brilla o que tiene esplendor.
Mi abuela Consolación, la madre de mi madre, oriunda de Lorca (Murcia), era la aglutinadora de toda la familia. En su cara había siempre una sonrisa; era prudente, dulce, cariñosa… todavía recuerdo la última caricia que me dio mirándome con sus preciosos ojos azules.
Mi abuela llamaba luceros a sus seis nietos.
Me pareció bonito y adecuado honrar su memoria incluyendo esa palabra en el título de mi primer libro.
Por otro lado, otra de las palabras clave del título es flecha, con dos acepciones complementarias. Una tiene connotaciones quizás más lacerantes como objeto arrojadizo de punta afilada. La otra es la de un signo con esta forma que nos indica una dirección.
Ambos conceptos describen acertadamente lo que pretendo modestamente que el lector encuentre leyendo el texto escrito; matices que le ayuden a adquirir consciencia y cuestiones que contribuyan a realizar acciones consecuentes fundamentadas en haber podido visualizar objetivamente lo que acontece.
En el Grupo Editorial Europa agradecemos a Antonio Rodríguez Gallego por habernos dedicado su tiempo y le deseamos buena suerte con Luceros y flechas del Camino
Esto es todo por hoy… nos vemos próximamente con tantas novedades en puerta
Un abrazo
Rachele