«La vida tiene una melancolía goterosa de luz que se manifiesta en una trabajada forma de sentir, una cosa perdida, un destello encabalgado que nos lleva a la emoción encadenada del amor irreversible…»
Queridos lectores, hoy vamos a conocer a «El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre» escrito por Fernando Novalbos Sánchez y publicado por el Grupo Editorial Europa
Siempre es interesante descubrir lo que se esconde detrás de un libro y lo que impulsa al autor a compartirlo con los lectores…
Por lo tanto en el Grupo Editorial Europa entrevistamos a Fernando Novalbos Sánchez para conocerlo mejor y descubrir algo más sobre su libro «El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre»
A continuación ofrecemos la entrevista al autor
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
Mis lectores distinguen a la perfección mis habilidades literarias, saben y disfrutan de mi estilo entre el resto de escritores, tanto en el caso de mi lenguaje narrativo, como el de mi lenguaje poético, así que más que decirles, me gustaría darles las gracias por el seguimiento y el cariño demostrado durante tanto tiempo.
Son muchos los libros, y quizá, demasiada la satisfacción, sobre todo con mi última publicación, “El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre”, tanto en ventas como a nivel de crítica, un libro que recorrió buena parte de la geografía española.
Por lo tanto, mi primera obligación, es la disposición a seguir trabajando en proyectos, unos distintos de otros, que les facilitará ver la evolución del estilo a través de los diferentes libros que iré publicando.
Sin duda la fidelidad a la hora de escribir es el máximo exponente de mi literatura.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
«El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre”, es un libro que nace mucho antes de nada particular, en sí mismo, es una particularidad, recopila un encuentro en un principio, para cultivar el sueño naciente de un corazón con final.
La vida tiene una melancolía goterosa de luz que se manifiesta en una trabajada forma de sentir, una cosa perdida, un destello encabalgado que nos lleva a la emoción encadenada del amor irreversible.
El mundo en algunos casos sabe tejer sus colmenas para combatir las ausencias dementes.
Un divertimento, un encuentro entre el mundo y la pasión desenfrenada.
No hablo de virtuosismo, lejos del talento, hablo del corazón.
Un lenguaje ancestral, lejano, maravilloso, que nos acerca a la literatura.
Una razón de encontrar la belleza. La armonía es tan densa y tan sensible, que llegar a tocar sentidos tan extremos, es increíble.
Y así es.
Un idioma encontrado que nos hace únicos. Una delicia que amarra la elegancia de su dulzura a las cuatro puntas del viento.
Un clamor verdadero, entre la eternidad y el encuentro, entre la llamada y la contemplación, un deseo que conmueve las frases que se conjugan con el verbo, que en ocasiones se hace carne.
Todo esto me empujó a escribir este libro, y de todo esto, y no de otra manera, puedo estar orgulloso y feliz.
¿Qué opina del COVID-19?
Mi opinión más acertada hablaría de la asolación a la que nos ha sumergido la epidemia, y la iré enlazando por peldaños.
En primer caso, sufrí la pérdida de mi padre, de forma fulminante y triste.
Luego mi madre fue hospitalizada, y si hoy sigue con todos nosotros, es sobre todo, por la eficacia de la ciencia, y hasta creo que por su enorme voluntad de no dejarnos solos.
Después, casi todos en casa lo pasamos, y si hablo en primera persona, fui verdaderamente, el más afectado.
Tras subir estos peldaños, las cuestiones relacionadas con la crisis de esta barbaridad -frente a la pandemia COVID-19.- no son otras que las embocadas en una tristeza aplastante que indudablemente cambió la forma de comportarnos y muchos de nuestros sentimientos en particular.
Por lo tanto, de alguna forma, somos otros.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
Empecé a escribir a una edad muy temprana, por esa época era un niño que trasteaba con las palabras en busca de una historia.
Luego me di cuenta de cosas importantes.
Nada se podía comparar a ese lenguaje que iba cohesionando todo lo que existía a mi alrededor y dentro de mí.
Con la poesía podía describir el espacio, el estado de mi centro de gravedad, pero la evolución para dotar de sentido a los versos que escribía me llevaba a otro mundo.
En realidad no sabía dónde encontraría mi propia esencia.
Hasta que los años fueron pasando, y de forma fortuita o por el mismo destino, abrí una novela, la leí, toqué una tecla y el ritmo empezó a funcionar.
Abordé algunos problemas juveniles, luego el amor, me topé el surrealismo y el cine, trabajando supe que me acecharían muchos peligros, hasta que aparecieron.
Mi mayor problema fue combatir arte y persona. Entendía que vivía dentro de un niño con cara de poeta.
Adoraba la cotidianeidad, algo trascendente, bello.
Sin embargo, mi deseo de escribir sobre todo lo que pasa, me llevó a vivir con todo lo que pasaba, todo lo que sucedía: en definitiva, nació la pasión después de entender el placer por el que me hacía pasar mi relación con la vida. Escribir es resistir.
¿Qué le enseñó la escritura de este libro?
Antes de hablar sobre este asunto, quisiera dejar algo claro.
Hay libros de escritores, autopublicados, que una mayoría de editoriales publican, incluso siendo no demasiado buenos.
Luego el libro se presenta, y al acto acude una audiencia donde casi todos los asistentes son familiares o amigos. Cuando finaliza la presentación te dicen que eres maravilloso, firmas algunos ejemplares y a la salida, a modo de castigo, el editor de turno, te ofrece una publicación más.
Todo esto no está mal, más que nada porque cada cual elige su forma de publicar, también es una enseñanza, diría de la propia vida, pero estos libros y sus autores, a veces no piensan en este asunto, escriben a toda prisa, hasta que la próxima publicación acaba mal o regular.
Todos los libros son el trasfondo del mismo libro, pero “El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre” no.
La transparencia de sus palabras siempre acaba en mensajes directos anudados a coordenadas. Un libro singular, sin más medida que la que late en su interior.
Escribiéndolo tuve que tragar mucha saliva, apoyarme en paredes desconchadas y, desde mis ojos nuevos, alcanzar una luna nueva que costaba tocarla de forma cotidiana.
El lenguaje de este libro no admite triquiñuelas, recovecos, ni engaños, algo que quizá desde muy pequeño aprendí, el camino que debiéramos tomar y no siempre tomamos. “Cada trabajo requiere de su tiempo”, y en este punto, después de muchas desventuras, busqué el por qué de esa razón entrañable, no solo encontrándome a mí mismo, sino divisando lo que vendría a partir de ese punto de partida, la visión ética que mantengo con la vida y con las personas a las que tanto quiero.
Por lo tanto, este libro me enseñó una cosa sencilla: cuanto más humilde es uno, mejor escribe, y en eso estoy.
Hace días finalicé mi próxima novela y espero, sobremanera, mostrar a todos mis lectores esa humildad de la que aprendí tanto.
En el Grupo Editorial agradecemos a Fernando Novalbos Sánchez por sus maravillosas palabras y le deseamos buena suerte con su libro «El niño que soñaba con dar un abrazo a su padre»
Queridos lectores, nos vemos la próxima vez con tantas novedades para leer…
¡Hasta pronto!
Rachele