«La literatura nos invita a muchas cosas. Nos hace pensar, nos transmite valores, nos permite conocer mundos, culturas y mentalidades, casi cualquier cosa que quepa en nuestra imaginación. Pero si no nos hace disfrutar algo, para mí pierde su sentido fundamental…»
Queridos lectores, hoy vamos a conocer a Más allá de donde termina el horizonte, escrito por Francisco García Marcos y publicado por el Grupo Editorial Europa.
Más allá de donde termina el horizonte, es una novela que apreciará de inmediato: intenso, encantador, poco convencional. La vida vista como un viaje constante, no solo a nivel geográfico, sino, sobre todo, emocional, experiencial. El viaje se traduce, por tanto, en un flujo inevitable hacia las direcciones que la vida nos propone.
Tienen muchas ganas de leerlo, ¿no?
Mientras tanto aprovecho la ocasión para ofrecer la entrevista a Francisco García Marcos para descubrir algo más sobre él y su libro Más allá de donde termina el horizonte, publicado por el Grupo Editorial Europa.
¡Buena lectura!
¿Qué le gustaría decirle a sus lectores?
De alguna manera, lo que en realidad me gustaría decirles a los lectores ya se lo he dicho a través del texto que es, antes que cualquier otra cosa, un ejercicio de sinceridad. Ese soy yo en forma de novela y aquí me presento ante Vds. Dicho esto, no obstante, sí me gustaría agregar unos cuantos detalles, muy breves. En primer lugar, quisiera agradecerles que estén ahí, al otro lado del texto, prestándome su tiempo y su atención. A continuación, quiero decirles también que, sobre todo, deseo que disfruten con todo esto que he inventado, que está hecho justo para eso. Por supuesto que la literatura nos invita a muchas cosas. Nos hace pensar, nos transmite valores, nos permite conocer mundos, culturas y mentalidades, casi cualquier cosa que quepa en nuestra imaginación. Pero si no nos hace disfrutar algo, para mí pierde su sentido fundamental. Y, en fin, quiero pedirles también que sean benévolos con los seres que transitan por esas páginas que, claro, son mis hijos. Ahí he puesto mucho cariño y entusiasmo. Me gustaría que les llegara, por descontado.
¿Hay un momento en particular que le empujó a escribir este libro?
Este libro no es fruto de un arrebato o de la magia de la inspiración. Tanto es así que el propio desarrollo del libro no lo puedo acotar con precisión, sino que más bien supone la acumulación de varios momentos. Diría que el proceso ha sido al revés. No hubo algo que empujó a que el libro saliera, sino que este decidió surgir, siguiendo en gran medida sus propias pautas. Decidió escribirse a sí mismo y convertirse por su propia cuenta en una novela. Empezó siendo un pequeño y simple relato sobre algo extraño, poco convencional. Pero aquel minúsculo texto estaba dotado de vida propia y había decidido inocularse en los otros relatos que fui escribiendo en los meses siguientes. Todos ellos compartieron el común denominador de apartarse de lo habitual, para ensamblar un mundo propio y, en gran medida, sellado en torno a ellos mismos. Así, dentro de una burbuja particular y distinta, terminaron por enhebrarse en algo más extenso (y espero que también más intenso) en forma de novela. Pero para eso fue preciso que transcurriese el tiempo, sobre todo en mí mismo, para que fuese sintiendo cosas distintas e, incluso, que yo mismo tomara consciencia de que estaba escribiendo este libro.
¿Qué representa el viaje para usted?
El viaje no deja de ser una alegoría de la esencia de la vida, porque vivimos en un continuo viaje envolvente, aunque no siempre seamos conscientes de ello. La vida es un viaje y nosotros sus protagonistas, viajeros de la historia, pero también viajeros de nuestra propia biografía. El viaje, por tanto, apela al discurrir, al fluir inevitable e incesante de las cosas, en la dirección que sea. Unas veces es la que deseamos, otras se convierten en una carga, o nos sorprende, pero en definitiva siempre se da ese fluir, tan inevitable como cardinal, en el que yo interpreto una constante universal. Todos los seres, en su forma y condición, viajan a través de sus vidas. A veces superponemos esos viajes, que discurren simultáneamente, incluso sin percatarnos de ello. La novela mantiene esa convicción y, en último término, viene a ser una alegoría de ello. He de decir que la alegoría no fue un requisito previo, en virtud del que se planificó el desarrollo del texto, sino que más bien apareció como algo sobrevenido, que fue surgiendo y consolidándose como el resultado del proceso creativo.
¿Cuándo nació su pasión por la escritura?
Yo entiendo la escritura en un sentido muy amplio, no solo como el ejercicio estrictamente físico que plasma signos gráficos. Para mí es un proceso de comunicación entre seres humanos que, en el caso de la escritura creativa, lleva a construir historias, o a expresar sentimientos. Esa forma de entender (y de vivir) la escritura diría que nació conmigo mismo, o al menos que me acompaña desde que tengo uso de razón. Siempre he inventado historias. Unas veces las he escrito, otras las he contado, algunas las he imaginado e, incluso, las he llegado a grabar para transmitirlas en audio. En ese sentido, más que una pasión, la escritura es una parte de mí, una constante de mi vida, que he ejercido en distintos formatos. He contado historias a mis lectores del periódico, a mis alumnos y alumnas en clase, a mis hijos, a mis familiares y a mis amigos. Cada uno de esos tipos de historias tiene una personalidad particular, es cierto, pero a la vez para mí todas ellas forman parte de una necesidad íntima que supone el privilegio de contar algo a alguien.
¿Por qué eligió ese título?
El título está ligado, naturalmente, a esa idea de viaje comentada más arriba. Las rutas por las que transitamos habitualmente son las que hemos heredado, las que forman parte de nuestro entorno y el legado antropológico que recibimos. Solo que todo ello es una parte del mundo, no el mundo posible en su totalidad. Creo que hay que concederle una oportunidad a la existencia de mundos, cosas, seres y espacios más allá de lo convencional, más allá de las categorías con las que convivimos a diario. Por eso, el horizonte no deja de ser una convención. Esa línea difusa que contemplamos a lo lejos, en realidad, no sabemos con exactitud qué contiene o dónde termina, cuáles son sus límites o si detrás de ellas existe algo más, algo impensable o desconocido. El título de la novela sugiere que al menos es posible atreverse a pensar que con el horizonte no se concluye nada, que más allá de su línea pueden albergarse desde un mundo poblado por seres inimaginables hasta el más absoluto de los infinitos. Todo está en nuestra cabeza o, quizá, sea una posibilidad factible. Esa es la duda que, en el fondo, alimenta la novela.
Eso es todo por hoy, amigos míos…
¡Nos vemos pronto con un montón de novedades literarias!
Besos y Abrazos,
Rachele